“La gente olvida muy rápido con los oídos,
pero el corazón tiene una memoria que no olvida.
Quien quiera sólo quedarse en las orejas de la gente,
pronto será olvidado”.
Mtro. Renato Bruson
La formación del cantante de ópera es una de las disciplinas más complejas y demandantes que existen. Exige una gran continuidad y compromiso para desarrollar varias habilidades fundamentales, a fin de que puedan desenvolverse plenamente en el ámbito profesional.
De principio, está la técnica vocal, -porque indudablemente-, si no cantas, de nada sirve que tengas todo lo demás. Sin embargo, esta profesión no se limita a tener una correcta emisión. También deben desarrollarse la musicalidad (con todas sus implicaciones), la actoralidad, la presencia escénica y los idiomas. A la hora de evaluar una interpretación, todas estas habilidades se multiplicarán entre sí, y si una de ellas es igual a “cero”, esta anulará de manera automática todas las demás.
Cada persona es muy diferente en cuanto a sus procesos de aprendizaje, sus tiempos, sus hábitos, su talento, etc. Es importante identificar donde se requiere invertir tiempo y dinero. Habrá quien requiera invertir más en la técnica, en los idiomas o en la actuación. Ese punto más débil es precisamente el que se tiene que trabajar aún más para sacarle partido y así poder ir mejorando de manera continua. Para ello es necesario el trabajo de la autoconciencia, la auto aceptación y hacer a un lado el ego.
Otro punto importante es desarrollar la habilidad para discernir lo bueno que cada maestro puede ofrecerte. Existen excelentes cantantes que no necesariamente son los mejores dando clases, pero eso no quiere decir que no haya mucho que se pueda aprender de ellos. Estos aprendizajes pueden ser desde cosas muy sutiles, hasta detalles y ejemplos, pero depende del alumno sacar el mayor provecho de cada una de sus enseñanzas.
Es demasiada expectativa que una sola persona te pueda dar absolutamente todo lo que necesitas aprender; esto no funciona así. Si tienes problemas en un idioma, vas con el especialista en eso; si es en la técnica vocal, vas con el maestro de canto; en la música, vas con un coach; si es en actuación, vas con quien te asesore actoralmente. Cuando logras entender que nadie puede ser especialista de todo, se facilitan muchas cosas.
Ese discernimiento del que hablo también aplica para reconocer entre lo que estás haciendo bien (para continuar por ahí) y lo que estás haciendo mal, para corregirlo rápidamente. En la vida profesional, cuando el director de orquesta te hace una corrección, debes tenerla lista por lo menos al día siguiente. Igual en el caso de algunos jurados. Si te piden repetir un fragmento, tendrás que hacerlo sin cometer el mismo error, y ahí sólo tendrás una oportunidad para lograrlo.
Todo esto se va adquiriendo a través de un proceso de estudio adecuado. Para mí, estudiar significa limpiar. Quizás la pregunta importante sería: “¿limpiar qué?”, y es aplicable para cualquiera de los enfoques: el texto, la música, la calidad del sonido, el legato, la investigación de tu personaje, etc. Este crecimiento ilimitado debe quedar integrado al cuerpo a través de la rutina, y volverlo automático, porque una vez en el escenario ya no será tiempo para pulir, sino para demostrar tu experiencia, conocimientos y disfrutar del momento casi sin pensarlo.
Los concursos también se consideran parte de esta preparación y crecimiento artístico, los jueces estarán pendientes de eso, sobre todo si han visto a un mismo cantante en ocasiones anteriores. El que un intérprete se estanque en su proceso, o peor, que dé marcha atrás, afectará directamente la decisión que tomen los jueces, porque ellos están interesados en tu crecimiento, y muy probablemente se acuerdan de tu ejecución anterior. Muchas veces, incluso, se piensa erróneamente que la formación del cantante debe centrarse en preparar arias en lugar de roles completos. Sin embargo, incluso algunos de los concursos más importantes buscan crear una experiencia más integral y pedagógica para el cantante.
Un claro ejemplo es el de Spoleto, -del cual Gian Carlo Menotti fue su director artístico durante mucho tiempo-, y cuyo principio es combinar el debut de artistas jóvenes, de varias áreas, como cantantes, escenógrafos, directores, etc., con personalidades ya consagradas. Esto es realmente interesante porque por un lado, los jóvenes aprenden de aquellos que ya tienen experiencia y a su vez, los artistas maduros se refrescan con las ideas de la gente joven. Aquí los ganadores del concurso de canto obtenían una beca para vivir ahí y prepararse durante seis meses, a fin de debutar roles completos de ópera en el festival durante el mes de septiembre. Entre los cantantes que han ganado este concurso están Bastianini, Corelli, Leo Nucci, Mariella Devia, Anna Moffo, Bonisolli, Renato Bruson, entre otros.
AsLiCo es otro concurso, cuyo formato ayudaría mucho si se implementara en México, pues en lugar de centrarse en las arias, se compite con roles específicos. Para aquellos que llegan a la final, les piden cantar cualquier parte del rol, ya sea concertato, duetos, tercetos, etc., no nada más las arias. El premio consiste en cantar en un circuito de teatros pequeños en Lombardía, e incluso hay audiciones para cantantes que no pertenecen a la comunidad europea.
En México mucha gente utiliza su tiempo, energía y dinero en estudiar muchas arias de manera deficiente, en lugar de pocas bien montadas, pero a la hora de una competencia, lo que realmente importa son los detalles. Yo sugiero estudiar los roles completos porque abre otra perspectiva del personaje y los cantantes pueden entender que no todo se va a cantar a “full voice”. En la gran mayoría del rol se requerirán otras herramientas, y esto se nota muchísimo en una audición. Lastimosamente en nuestro país, si no están por cantar inmediatamente el rol es muy raro que lo estudien.
En conclusión, el cantante de ópera debe enamorarse mucho más de estudiar. Si bien la experiencia en el escenario será fundamental y enriquecedora, la realidad es que el intérprete pasará mucho más tiempo en su piano o escritorio con la partitura. Por eso debe enamorarse del proceso; pues es ahí donde se hacen las conexiones con las ideas del escritor y el compositor, que darán luz a una interpretación mucho más profunda y sustanciosa que conecte con el espectador.
Andrés Sarre
Coach vocal y pianista
Andrés Sarre
Pianista y preparador vocal mexicano, hizo estudios en el Real Conservatorio Superior de Música en Madrid, España bajo la guía de Juan Antonio Álvarez-Parejo y los continuó en Módena, Italia bajo la dirección de la pianista Paola Molinari. En México fue alumno de Guillermo Salvador, Aurora Serratos y Rogelio Riojas-Nolasco. Ha colaborado como pianista repasador, director de coros y preparador vocal en diversas producciones de la Ópera de Bellas Artes, Cultura UDG, la Orquesta Filarmónica de Jalisco, Cultura Mazatlán, Sociedad Artística Sinaloense, Teatro del Bicentenario de León y Teatro Municipal de Santiago de Chile. Asimismo, ha sido pianista acompañante en clases maestras de artistas como Mirella Freni, Renata Scotto, Ileana Cotrubas, Francisco Araiza, Dunja Vejzovic, Teresa Berganza, Dolora Zajick, Bruno Bartoletti, Luigi Alva, Jennifer Larmore, Alessandro Corbelli, Elīna Garanča y Renato Bruson y ha hecho presentaciones artísticas en España, Italia, Holanda, Alemania, Costa Rica y Brasil.
Sarre concluyó con mucho éxito los programas Opera Studio del Teatro Comunale di Bologna, así como del Estudio de la Ópera de Bellas Artes en México. Ha sido pianista y docente en el Estudio de la Ópera de Bellas Artes en México, de donde es egresado, y en la Accademia Renato Bruson en Busseto, Parma. A inicios de 2020 participó como pianista acompañante en el Concurso de Spoleto, Italia.
¡Enhorabuena!, es magnífico que la cultura se de a conocer de una forma tan formidable y versátil. Desde sus inicios, Escenia Ensamble, ha mostrado un estilo propio y genuino. Les felicito por saber difundir el arte y su importancia a nivel humano de forma versátil y multidisciplinar. Les deseo que sigan adelante con sus proyectos y todo les vaya muy bien.
Atentamente,
Marilú T.O.